martes, 31 de octubre de 2023

el grupo como valor - Macarena Trigo

"Lo peor del teatro es que necesitás gente", le hago decir a un personaje, sabiendo que el teatro es uno de los pocos lugares donde las personas me interesan. Hace años entendí que el teatro solo accidentalmente me hizo actriz o directora, pero sin duda, me hizo persona. Mucho de lo poco bueno que soy es gracias al teatro y no me canso de repetirlo. La responsabilidad, el juego, la libertad, las normas que facilitan un quehacer, la posibilidad de romperlas, el respeto por los otros, sus cuerpos e ideas, la reconciliación con mi propia y perturbada anatomía, la escucha, la generosidad, la capacidad de atención, la entrega, la puntualidad, la solidaridad bien ejercida, el valor de la palabra, el descubrimiento de otras formas de hacer, ser y estar... Todo eso vino ahí. Tuve la suerte de mamarlo desde muy chica. Telón de Azúcar, Cruz García, fueron quienes sembraron en mí un profundo entendimiento del grupo como valor. Para trabajar es imprescindible aprender a armar grupos, entender que no hay dos (talleres, elencos, proyectos, laboratorios... ) iguales. Observarlos en conjunto y a cada uno de sus miembros por separado. Dejar que se equivoquen, que confiesen sus miedos, que se rían. Escucharlos. Respirar a sus distintos ritmos. No hay manual, no hay nada que repetir. Es un lugar de exposición y entrega donde la defensa no aplica. Los elementos ajenos al grupo siempre caen. El núcleo prevalece y fortifica. Crece(n). Te hacen crecer. Hay un ida y vuelta constante, una mutua compañía impagable que implica no solo un aprendizaje sino un reconocimiento tácito. Los grupos de trabajo comparten un amor efímero pero intenso, un punto de vista poético, una coordenada espacio temporal única y privilegiada. Eso vincula de una forma insólita y desmedida. Por eso todo esto muchas veces se parece demasiado al amor. En lo bueno y en lo peor. En fin. Gracias a todos mis grupos. Ya se saben.

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