viernes, 20 de diciembre de 2013

¡ven como ser humano!


¡Obedece pues, Cinco Sanguinario, a tu fuerte naturaleza
sin ser visto! Porque ¿quién lo sabrá?
Y aprende, en el hueco de mis brazos, en mi pelo
quién eres tú. Olvida, en la corva de mis rodillas
tu nombre ocasional.
¡Disciplina miserable! ¡Orden pobretón!
Por eso yo te ruego, Cinco Sanguinario
que vengas a mí en esta noche de lluvia tibia
exactamente como tu temías: ¡como un ser humano!
Como una contradicción. Como un tengo-que-pero-no-
       quiero.
¡Ven como ser humano! ¡Como te creó la Naturaleza
y sin tu casco de acero! Aturdido y salvaje y enredado
        en tí mismo.
Y abandonado sin freno a tus instintos,
esclavo indefenso de tu propia fuerza.
Ven pues: ¡como ser humano!

Bertolt Brecht, Un hombre es un hombre, escena 4
palabras de la viuda Leokadja Begbick, cantinera, al sargento Charles Fairchild, el Cinco Sanguinario, Tigre de Kilkoa, Tifón Humano, sargento del ejército británico, en una noche de lluvia...

obra pictórica: Joseph Loughborough, Games of shadows and innocence

lunes, 9 de diciembre de 2013

cuerpo vibrátil



fragmento de una entrevista a Suely Rolnik acerca del "corpo vibrátil": 
"En la ciudad que vivimos, con el desarrollo de las tecnologías de la comunicación a distancia y la urbanización, cada uno de nosotros es atravesado por una infinidad de fuerzas muy variables: esto hace entrar en crisis a la subjetividad mucho más frecuentemente porque las referencias se vuelven precarias y volátiles. Uno se ve así fragilizado. Y esa fragilidad por sí misma no tiene nada de malo; por el contrario: es el corazón mismo de la creación de realidad subjetiva y objetiva. Es cuando te sentís frágil y cuando tus referencias no hacen sentido alguno que te ves forzado a crear. Como dice Deleuze: uno no crea porque es lindo o porque quiere ser famoso, sino porque está forzado, porque no tiene otra solución que hacerlo. Se trata de crear sentido para lo que ya está en tu cuerpo y que no coincide con las referencias existentes, de recrear tus relaciones con el entorno, tu modo de ser. Esta fragilidad, que es tan importante política y éticamente, es la verdadera salud: hacerse cargo de esta fragilidad en vez de huir de ella. Sin embargo, esta fragilidad es muy mal vista por una tradición muy antigua -el régimen identitario- que organiza la subjetividad a partir de una imagen estable de sí misma, como si fuese una unidad cerrada. Entonces, esa fragilidad es vivida como una especie de colapso de uno mismo. Toda la subjetividad moderna, comenzando en el cartesianismo, se construyó en base a recusar esta fragilidad. En la estructura psíquica que heredamos de varias generaciones, la fragilidad no tiene lugar, lo que tu cuerpo vibrátil -como yo le llamo - capta del entorno queda recortado, porque tenés que estar siempre muy bien, estable, funcionando [...]


Yo hablé del sujeto moderno que se constituye en el siglo XVIII. A fines del siglo XIX empieza a entrar en crisis esta política de subjetivación identitaria, por todas las razones que ya mencioné. Pero una razón especial son las mujeres: cuando entran en el mercado de trabajo, en la vida pública, son las que viven más violentamente los cambios que están aconteciendo en el mundo a fines del siglo XIX. Es primero a las mujeres a quienes se les vuelve imposible tener una subjetividad que pueda organizarse según las representaciones de la percepción formal de la realidad. Lo que entra en crisis aquí es la facultad de la percepción, la cual nos permite aprehender el mundo en tanto formas para, en seguida, proyectar sobre ellas las representaciones de que disponemos, y así atribuirles sentido. Esta capacidad, que nos es más familiar, está asociada al tiempo, a la historia del sujeto y al lenguaje. Es en torno a ella que se yerguen las figuras del sujeto y el objeto, claramente delimitadas y manteniendo entre sí una relación de exterioridad [...]



Lo que las mujeres tienen necesidad de activar es lo que yo llamo el cuerpo vibrátil, que supone una capacidad totalmente diferente de nuestra subjetividad pero también más desconocida, debido a la represión histórica a que ha sido sometida [...] Esta segunda capacidad nos permite aprehender el mundo en su condición de campo de fuerzas vivas que nos afectan y se hacen presentes en nuestro cuerpo como sensaciones. El ejercicio de esta capacidad está desvinculado de la historia del sujeto y del lenguaje. Con ella, el otro es una presencia viva hecha de una multiplicidad plástica de fuerzas que pulsan en nuestra textura sensible, tornándose parte de nosotros mismos. Se disuelven así las figuras del sujeto y el objeto, y con ellas la separación del cuerpo respecto del mundo. Por ejemplo, si yo te miro sólo con mi capacidad de percepción lo que veo es una forma que rápidamente asocio con mis representaciones y así puedo ubicarte inmediatamente [...] En dos minutos ya estás ahí, fuera de mí.


Pero si yo pongo en actividad esa capacidad otra de todos los órganos de sentido, del ojo, del tacto, del olfato, de la escucha, tu presencia viva como conjunto de fuerzas me afecta y pasas a ser una sensación en mi propia textura sensible, como si fueras parte de mi cuerpo. Pero esto no es una metáfora, es real. Todo el tiempo se acumulan sensaciones porque todo el tiempo estás vulnerable al entorno y llega un momento en que toda esa novedad ya no puede ser expresada a través de las representaciones. Esa es la paradoja que te fuerza a crear: uno se siente forzado a expresar lo que ya es una realidad sensible pero que no está todavía actualizada en la realidad concreta. Y esa es la cosa más importante del proceso de subjetivación porque es la dimensión donde el otro existe como presencia viva y real en tu cuerpo, obligando a replantear todo, todo el tiempo. Y no por una cuestión ideológica, sino por un proceso mucho más primitivo e incontrolable. Entonces, a fines del siglo XIX, cuando las mujeres entran a la vida pública [...] deben activar -aunque ya lo tenían activado, lo deben activar en esta nueva situación- esa otra actividad de su sensibilidad que es el cuerpo vibrátil. Y es tan violento lo que están viviendo que en un primer momento se expresa en convulsiones corporales".





todas las imágenes de Joseph Loughborough: http://www.boumbang.com/joseph-loughborough/



Cuerpo Vibrátil - Filminuto from Sajar Asis on Vimeo.

jueves, 5 de diciembre de 2013

crear un marco para cada cosa



Crear un marco para cada cosa,
para que cada cosa sepa por dónde entrar.
Y después,
romper con ella el marco,
para que cada cosa sepa por dónde irse,
sin romperse ella misma.

La ilación de las cosas,
su entrada y su partida,
es un collar que descasta el universo.
Pero también lo abre.

El universo es otro marco.
Tal vez, algún día
aparezca una cosa capaz de romperlo
y salir de él sin romperse.
Poesía Vertical
imagen: Giacomo Balla - Planeta Mercurio pasando frente al Sol

sábado, 30 de noviembre de 2013

miércoles, 27 de noviembre de 2013

correcto adecuado municipal y obvio

No arriesgó nada
no practicó la irreverencia
no mordió el sexo del paraíso
no padeció la pesadilla de vivir
no aulló por falta de demonios en el vientre
no enturbió el agua de ninguna academia
no gozó la locura de la realidad
no destruyó su propia fisiología
no reveló lo insensato de la sensatez
no orinó ni escupió ni eyaculó fuera de foco
no hizo de la palabra la enemiga total
no metió ningún dedo en la llaga
no tuvo miedo de sí mismo
no metió mundo ni absoluto en sus venas
no arrulló entre sus brazos una bomba ni siquiera pacífica
no tuvo pensamiento ni ademanes ni colores militantes
no se encamó con el monstruo de sí mismo
no hizo del vacío una utopía
no amó ni para nacer ni para morir
no telefoneó al otro mundo, no arrojó
bocanadas de sangre sobre el orden y el lenguaje.
Fue correcto adecuado municipal y obvio
o sea una buena persona en el peor sentido de la palabra

Joaquín Giannuzzi (1924-2004)

jueves, 31 de octubre de 2013

que te construyas un alma nueva


La única manera de que tengas sensaciones nuevas es que te construyas un alma nueva. Inútil esfuerzo el tuyo si quieres sentir otras cosas sin sentir de otra manera, y sentir de otra manera sin que cambies de alma. Porque las cosas son como nosotros las sentimos - ¿hace cuánto tiempo que sabes esto sin saberlo? - y el único modo de que haya cosas nuevas, de sentir cosas nuevas, es que haya novedad en el sentirlas.
Cambiar de alma. ¿Cómo? Descúbrelo tú.
Desde que nacemos hasta que morimos, cambiamos de alma lentamente, como cambiamos de cuerpo. Encuentra la manera de acelerar este cambio, como rápidamente cambia el cuerpo con ciertas enfermedades o ciertas convalecencias.

Fragmento 301 de la Autobiografía sin hechos







Dan Witz - Man of Sorrows

sábado, 17 de agosto de 2013

en general todo


EL CANCILLER:
Reina tranquilidad. Todos los elementos rebeldes arrestados. El parlamento también arrestado. Además las esferas militares y civiles también están arrestadas y los amplios círculos de la población igualmente en el calabozo. La Corte Suprema, el Estado Mayor, la Dirección y los Departamentos, las autoridades públicas y privadas, la prensa, los hospitales, las escuelas primarias, todo está preso. Fueron arrestados también todos los Ministerios y, además, todo y en general todo. La policía también fue arrestada. Tranquilo. Tranquilidad. Humedad.

Witold Gombrowicz, El casamiento (Acto III)

jueves, 1 de agosto de 2013

vivir es ser otro


Vivir es ser otro. Sentir no es posible si hoy se siente como ayer se sintió: sentir hoy lo mismo que ayer no es sentir - es recordar hoy lo que se sintió ayer, ser hoy el cadáver vivo de lo que ayer fue la vida perdida.
Borrar todo el pizarrón, de un día para otro; ser nuevo con cada nueva madrugada, en una virginidad reconquistada y perpetua de la emoción - por esto, y sólo por esto, vale la pena ser o tener lo que imperfectamente somos.
Esta madrugada es la primera del mundo. Este color de rosa que se amarillea y pasa al blanco ardiente, nunca se posó así en el semblante con que, por el oeste, el caserío encara lleno de ojos de vidrio el silencio que viene en la luz creciente. Nunca hubo esta hora, ni esta luz, ni este ser mío. Mañana, lo que fuere, será otra cosa, y lo que yo vea será visto por ojos recompuestos, llenos de una nueva visión.
¡Altos montes de la ciudad! Grandes arquitecturas que las laderas escarpadas sostienen y agrandan, deslizamientos de edificios que se amontonan de tantos modos, que la luz entreteje con sombras y negruras - son ustedes hoy, son ustedes quien soy, porque las veo, son ustedes lo que seré mañana, y las amo como desde la amurada de un barco que pasa junto a otro barco, mientras los pasajeros se llenan de nostalgias desconocidas.

Fragmento 94 de la Autobiografía sin hechos

(las fotos son de mi cosecha)


miércoles, 24 de julio de 2013

do the evolution, Girondo


Pearl Jam



Ejecutoria del miasma

Este clima de asfixia que impregna los pulmones
de una anhelante angustia de pez recién pescado.
Este hedor adhesivo y errabundo,
que intoxica la vida
y nos hunde en viscosas pesadillas de lodo.
Este miasma corrupto,
que insufla en nuestros poros
apetencias de pulpo,
deseos de vinchuca,
no surge,
ni ha surgido
de estos conglomerados de sucia hemoglobina,
cal viva,
soda cáustica,
hidrógeno,
pis úrico,
que infectan los colchones,
los techos,
las veredas,
con sus almas cariadas,
con sus gestos leprosos.
Este olor homicida,
rastrero,
ineludible,
brota de otras raíces,
arranca de otras fuentes.
A través de años muertos,
de atardeceres rancios,
de sepulcros gaseosos,
de cauces subterráneos,
se ha ido aglutinando con los jugos pestíferos,
los detritus hediondos,
las corrosivas visceras,
las esquirlas podridas que dejaron el crimen,
la idiotez purulenta,
la iniquidad sin sexo,
el gangrenoso engaño;
hasta surgir al aire,
expandirse en el viento
y tornarse corpóreo;
para abrir las ventanas,
penetrar en los cuartos,
tomarnos del cogote,
empujarnos al asco,
mientras grita su inquina,
su aversión,
su desprecio,
por todo lo que allana la acritud de las horas,
por todo lo que alivia la angustia de los días. 

Oliverio Girondo, Persuasión de los días

martes, 23 de julio de 2013

convertir en cuerda floja todo cuanto pise


Se sentía penetrada, la penetración estaba en tan mínima dosis en su recorrido que no sentía dolor. El topo seguido de la comadreja, el oso hormiguero seguido de una larga cadena la recorrían. Buscaban una salida, mientras sentía que la protuberancia carmesí se iba replegando en el pozo de su cuerpo. Un día encontró la salida: por una caries se precipitó la protuberancia. Desde entonces empezó a temblar, tomar agua —orinar— tomar agua, se convirtió en el terrible ejercicio de sus noches. Estaba convencida que había sanado. ¿Acaso no había visto ella misma la protuberancia caer en el suelo y desaparecer como una nube que nunca se pudo ver? Tuvo que ir de nuevo a ver al negro Tomás. Hubo túnel y salida, le dijo, ésta la ganó usted. Yo no podía prever que una caries sería la puerta. Ahora le hace falta no el aceite que quema, sino el que rodea la mirada. Yo no podía ver a una caries como una puerta, pero conozco ese aceite de calentura natural que se va apoderando de usted como un gato convertido en nube. Vaya a ver al negro Alberto, y él, que ya no baila como diablito, le ofrecerá los colores de sus recuerdos, las combinaciones que le son necesarias para su sueño. Usted fue recorrida por animales lentos, de cabeceo milenario. Ahora salga, siga con sus pasos la lección que le va a dictar su mirada. Tiene que convertir en cuerda floja todo cuanto pise.


José Lezama Lima - Cangrejos, golondrinas
(extracto)

cuento completo:
http://bibliotecaignoria.blogspot.com/2012/02/jose-lezama-lima-cangrejos-golondrinas.html

la imagen es de Joseph Loughborough:
http://www.boumbang.com/joseph-loughborough

jueves, 18 de julio de 2013

La ricotta - Pier Paolo Pasolini


mediometraje de Pier Paolo Pasolini incluido en el film Ro.Go.Pa.G., con la participación de Orson Welles.

"Las hermosas banderas", del mismo Pasolini:
"¡Auxilio, que avanza la soledad!

No importa si sé que la he elegido, como un rey.

En el sueño y en mí un niño mudo se espanta,
clama piedad, se afana corriendo a los refugios
con una agitación
que “la virtud obliga”, pobre creatura.
Lo aterra la idea
de estar solo
como un cadáver en lo hondo de la tierra.

(...)

Todo el mundo es mi cuerpo insepulto.
Atolón desmenuzado
por los golpes de las mieses azules del mar."

poema completo:
http://bibliotecaignoria.blogspot.com/2013/06/pier-paolo-pasolini-las-hermosas.html

sábado, 22 de junio de 2013

retórica


Si se trata de prolongar y profundizar las tensiones para que el placer se sostenga, la retórica (que ya es casi un anagrama de erótica) tendría la función de erotizar el lenguaje, obstaculizar, producir misterio, evitar el encuentro con la palabra desnuda, ejercer el control del discurso para seducir.

Elena Bossi, El erotismo en la literatura:
http://bibliotecaignoria.blogspot.com/2012/02/elena-bossi-el-erotismo-en-la.html

foto: Jane & Serge

martes, 18 de junio de 2013

lavarnos el destino



Así como nos lavamos el cuerpo deberíamos lavarnos el destino, cambiar de vida como cambiamos de ropa - no para salvar la vida, como comemos y dormimos, sino por ese respeto ajeno hacia nosotros mismos al que, con toda propiedad, llamamos aseo.
Hay muchos en quienes la falta de aseo no es una disposición voluntaria, sino un alzarse de hombros de la inteligencia. Y hay muchos en quienes lo opaco y uniforme de la vida no es la forma de lo que se propusieron, o una resignada adecuación al hecho de no haberla querido como es, sino un borramiento de la inteligencia de sí mismos, una ironía automática del conocimiento.
Hay puercos a los que les repugna su propia porquería, pero no se apartan de ella, en virtud de ese mismo hechizo del sentimiento que hace que el aterrorizado no se aleje del peligro.


Fernando Pessoa, Libro del desasosiego
Fragmento 42 de la Autobiografía sin hechos

foto: Czlowiek Kamera

martes, 11 de junio de 2013

estado primitivo


... las cosas nunca se definen por su estado primitivo, sino por la tendencia que se esconde en ese estado.

Bergson
citado por Deleuze en La imagen movimiento - Estudios sobre cine 1
capítulo "Cuadro y plano, encuadre y guión técnico"

viernes, 31 de mayo de 2013

Werner Herzog se come su zapato

subtítulos en español

Dennos imágenes adecuadas.
Carecemos de imágenes adecuadas.
Nuestra civilazación no tiene imágenes adecuadas.
Creo que una civilización está condenada, se va a extinguir como los dinosaurios, si no desarrolla un lenguaje adecuado o imágenes adecuadas.
Veo esto como una situación muy dramática.

Werner Herzog

fuente: Lo escribo por tu bien
¡gracias María!

martes, 21 de mayo de 2013

la aventura de un poeta



—¿Has oído algo? —preguntó ella.
—Silencio —dijo—. Las islas tienen un silencio que se oye.
En realidad todo silencio consiste en la red de menudos ruidos que lo envuelve: el silencio de la isla se diferenciaba del silencio del tranquilo mar circundante porque estaba recorrido por murmullos vegetales, cantos de pájaros o un brusco rumor de alas.
Abajo, al pie de las rocas, el agua, aquel día sin una ola, era de un azul intenso, límpido, atravesada hasta el fondo por los rayos del sol. En la escollera se abrían bocas de cavernas, y los dos del bote se acercaban perezosamente a explorarlas.
Era una costa del sur, poco afectada todavía por el turismo, y los dos bañistas venían de fuera. Él era un tal Usnelli, poeta bastante conocido; élla, Delia H., una mujer muy bella.
Delia era una admiradora del sur, apasionada, francamente fanática, y tendida en el bote hablaba con continuo transporte de todo lo que veía, y quizá también en cierto tono de polémica porque le parecía que Usnelli, recién llegado a aquellos lugares, participaba de su entusiasmo menos de lo debido.
—Espera —decía Usnelli—. Espera.
—¿Espera qué? ¿Quieres algo más hermoso que esto? —decía ella.
Él, desconfiado —por naturaleza y por educación literaria—de las emociones y las palabras que otros ya habían hecho suyas, habituado más a descubrir las bellezas escondidas y espúreas que las manifiestas e indiscutibles, estaba sin embargo con los nervios de punta. La felicidad era para Usnelli un estado de suspensión, de esos que se han de vivir conteniendo la respiración. Desde que se había enamorado de Delia veía en peligro su cautelosa, avara relación con el mundo, pero no quería renunciar a nada ni de sí mismo ni de la felicidad que se le ofrecía. Ahora estaba alerta, como si cada grado de perfección que la naturaleza circundante alcanzaba —un decantarse del azul del agua, una transformación del verde de la costa en ceniciento, la aleta de un pez que asomaba justo allí donde era más lisa la superficie del mar—, sólo sirviera para preceder otro grado más alto, y así sucesivamente, hasta el punto en que la línea invisible del horizonte se abriera como una ostra revelando de pronto un planeta distinto o una palabra nueva.

Italo Calvino, La aventura de un poeta
en Los amores difíciles (relatos reunidos por el autor en 1970)

el cuento completo en Biblioteca Ignoria:
http://bibliotecaignoria.blogspot.com.ar/2012/03/italo-calvino-la-aventura-de-un-poeta.html

la foto la tomé con el celular sobre la autopista Buenos Aires - La Plata
(JMLB)

domingo, 5 de mayo de 2013

maldición eterna a quien lea estas páginas




- En seguida empecé a leer cosas por mi cuenta. Filosofía, Teología, cuanto más arrevesado el libro mejor. Me gustaban especialmente las frases largas y complicadas, con referencias a referencias de referencias. El tema no importaba, era el movimiento que adquiría, la lógica, la belleza, la arquitectura complicada, la estética, que me daban placer. Supongo que lo que estaba emergiendo era mi capacidad de gozar. Pero mamá me tiró todos los libros. Había un capítulo en "El Ser y la nada", de Sartre, titulado El Cuerpo. Creyó que era un libro pornográfico y lo tiró a la basura. Todo lo que ella no podía entender, y que a mí me daba placer, le resultaba sospechoso.


Manuel Puig, Maldición eterna a quien lea estas páginas

jueves, 18 de abril de 2013

The External World - David OReilly


SURRENDER OR I´LL RELEASE THE LESBIANS!
The external world
por David OReilly

¡escarabajo! insiste
el loco que se arrastra por el patio
pero nadie parece comprender
esa premonición (¿el narrador sabrá?)
todos miran al cielo con el labio colgando
otro loco se traga el sol y eructa
el doctor nube pasa
se interesa
¿y por qué escarabajo?
el profeta enfurece
hay cosas que se aplastan si se explican

Andrés Neuman

jueves, 11 de abril de 2013

Del seguir


Flawed Symmetry of Prediction from Jeff Frost on Vimeo.


Habría que oponer dos tipos de ciencias, o de actitudes científicas: una que consiste en "reproducir", otra que consiste en "seguir". Una sería de reproducción,de iteración y reiteración; otra sería de itineración, el conjunto de las ciencias itinerantes, ambulantes. La itineración se reduce con demasiada facilidad a una condición de la técnica, o de la aplicación y de la verificación de la ciencia. Pero no es así: seguir no es lo mismo que reproducir, nunca se sigue para reproducir. El ideal de reproducción, deducción o inducción forma parte de la ciencia real, en todas las épocas, en todos los lugares, y trata las diferencias de tiempo y de lugar como otras tantas variables de las que la ley extrae precisamente la forma constante: basta con un espacio gravífico y estriado para que se produzcan los mismos fenómenos, si se dan las mismas condiciones, o si se establece la misma relación constante entre las condiciones diversas y los fenómenos variables. Reproducir implica la permanencia de un punto de vista fijo, exterior a lo reproducido: ver circular estando en la orilla. Pero seguir es algo totalmente distinto que el ideal de reproducción. No mejor, sino otra cosa. Uno está obligado a seguir cuando está a la búsqueda de las "singularidades" de una materia, o más bien de un material, y no tratando de descubrir una forma; cuando escapa a la fuerza gravífica para entrar en un campo de celeridad; cuando deja de contemplar la circulación de un flujo laminar con una dirección determinada, y es arrastrado por un flujo turbulento; cuando se aventura en la variación continua de las variables, en lugar de extraer de ellas constantes.

Deleuze

lunes, 8 de abril de 2013

una inmortalidad que dura apenas lo que dura el mundo

Gustav Klimt, La vie et la mort, Huile sur toile, 178x198cm, 1916

Y yo llegué de noche a mi departamento después de acciones repulsivas, de camas infames y de cópulas con intelectuales corrompidas, borracho y semiloco de miedo a morirme sin haber vuelto a leer Sandokán y puteando a Dios y al género humano por puercos, y feos, y decepcionantes, pensando que todo lo que nace debiera ser inmortal, o no haber nacido, abjurando, como quien comete adulterio, de una inmortalidad que dura apenas lo que dura el mundo y ni un solo día más allá del juicio final o de la guerra atómica, llorando de risa por mí y por todos los cretinos hijos de perra que llaman belleza a lo que no es sino un estado, un minuto grotesco de un proceso de descomposición, haciéndome pis, en la figura del árbol de la puerta de mi casa, sobre la cabeza de todos los que escriben libros y pintan cuadros y componen sinfonías, y aman a una mujer, y suben las escaleras hacia sus departamentos dispuestos por una vez a acabar dignamente este asunto. Basta de papelerío. Al fuego con todo y uno por la ventana al medio del patio del vecino. Y sin embargo, no. Porque yo encendía la luz de mi pieza, Virginia, y ahora que lo escribo ya no sé si esto lo inventé o fue cierto, y te encontraba a vos; en cualquier parte. Sentada en cuclillas una noche, debajo de la mesa: recibiéndome sorpresivamente con un ladrido que por poco no me hace saltar realmente por la ventana, o escribiéndome una carta, acostada boca abajo en la cama. Una de aquellas cartas que luego nunca se atrevía a mostrarme, por su letra infantil y sus electrizantes faltas de ortografía. Y yo, en la historia, me reía entonces. Y uno, mientras está vivo y ama y tiene ideas, es inmortal, qué joder. Y mientras corre a una muchacha por la pieza para quitarle una carta, y ladra, o muge, y le recita el monólogo de Hamlet envuelto en una sábana o cantan juntos la Marcha de San Lorenzo hasta que viene la señora Magdalena a preguntar si uno se ha vuelto loco, uno es Dios.

Abelardo Castillo, Los Ritos (Cuentos Crueles)

martes, 2 de abril de 2013

tener en sí la corriente de las cosas - Artaud

"Mercurio pasando delante del Sol" (1914), Giacomo Balla

Hablando con propiedad,
no el volumen de las cosas, sino su sentimiento y su resonancia en mí:
la resonancia en cuyo extremo está el pensamiento.
Dejarse llevar por las cosas
en vez de fijarse sobre uno cualquiera de sus aspectos aparentes,
en vez de buscar interminablemente definiciones
que sólo nos muestran los pequeños aspectos.
Pero para ello tener en sí la corriente de las cosas,
estar en el nivel de su corriente, en definitiva,
estar en el nivel de la vida
en lugar de que nuestras deplorables circunstancias mentales
nos dejen perpetuamente en el intervalo,
estar en el nivel de los objetos y las cosas,
tener en sí su forma global y su definición al mismo tiempo
y que las localizaciones de tu sustancia pensante
entren en movimiento al mismo tiempo
que su sentimiento y su visión en tí.

Antonin Artaud

lunes, 1 de abril de 2013

Death of a bullet - Jimmy Murakami


por Jimmy Murakami


"(...) Este es el indicio de esta "quiebra" de la que todos hablan corrientemente como el mal original de la cultura moderna. Espantado y amargado por las consecuencias de su sistema, el hombre teórico no se atreve a aventurarse en el terrible torrente de hielo de la existencia: ansioso e indeciso, corre de aquí para allá sobre la orilla. Ya no quiere poseer nada completamente, y se aterra ante la natural crueldad de las cosas. El optimismo lo ha debilitado hasta ese punto. Al mismo tiempo comprende que una cultura basada en el principio de la ciencia debe derrumbarse en el preciso momento en que se haceilógica , es decir, en el momento en que retrocede ante sus consecuencias."
Nietzsche, El origen de la tragedia, capítulo 18

lunes, 11 de marzo de 2013

La Sirena





III

La Sirena

1541

Corren a lo largo de los grandes ríos, desde las empalizadas de Buenos Aires hasta la casa fuerte de Nuestra Señora de la Asunción, las noticias sobre los hombres blancos, sobre sus victorias y sus desalientos, sus locos viajes y la traidora pasión con que se matan unos a otros. Las conducen los indios en sus canoas y pasan de tribu en tribu, internándose en los bosques, derramándose por las llanuras, desfigurándose, complicándose, abultándose. Las llevan las bestias feroces o curiosas: los jaguares, los pumas, las vizcachas, los quirquinchos, las serpientes pintarrajeadas, los monos, papagayos y picaflores infinitos. Y las transmiten también en su torbellino los vientos contrarios: el del sudeste, que sopla con olor a agua; el polvoriento pampero; el del norte, que empuja las nubes de langostas; el del sur, que tiene la boca dura de escarcha.
La Sirena oyó hablar de ellos hace años, desde que aparecieron asombrando al paisaje fluvial las expediciones de Juan Díaz de Solís y Sebastián Caboto. Por verles abandonó su refugio de la laguna de Itapuá. A todos les ha visto, como vio más tarde a quienes vinieron en la flota magnífica de don Pedro de Mendoza, el fundador. Y ha crecido su inquietud. Sus compañeros la interrogaban, burlones:
-¿Has encontrado? ¿Has encontrado?
Y la Sirena se limitaba a mover la cabeza tristemente.
No, no había encontrado. Se lo dijo al Anta de orejas de mula y hocico de ternera que cría en su seno la misteriosa piedra bezoar; se lo dijo al Carbunclo que ostenta en la frente una brasa; se lo dijo al Gigante que habita cerca de las cataratas estruendosas y que acude a pescar en la Peña Pobre, desnudo. No había encontrado. No había encontrado.
Ya no regresó a la laguna de Itapuá. Nadaba perezosamente, semiescondida por el fleco de los sauces, y los pájaros acallaban el bullicio para oírla cantar.
Va de un extremo al otro de los ríos patriarcales. No teme ni a los remolinos ni a los saltos que levantan cortinas de lluvia transparente; ni al rigor del invierno ni a la llama del estío. El agua juega con sus pechos y con su cabellera; con sus brazos ágiles; con la cola de escamas azules prolongada en tenues aletas caudales color del arco iris. A veces se sumerge durante horas y a veces se tiende en la corriente tranquila y un rayo de sol se acuesta sobre la frescura de su torso. Los yacarés la acompañan un trecho; revolotean en torno suyo los patos y las palomas llamadas apicazú, pero presto se fatigan, y la Sirena continúa su viaje, río abajo, río arriba, enarcada como un cisne, flojos los brazos como trenzas, y hace pensar en ciertas alhajas del Renacimiento, con perlas barrocas, esmaltes y rubíes.
-¿Has encontrado? ¿Has encontrado?
La mofa: ¿Has encontrado?
Suspira porque presiente que nunca hallará. Los hombres blancos son como los aborígenes: sólo hombres. Tienen la piel más fina y más clara, pero son eso: sólo hombres. Y ella no puede amar a un hombre. No puede amar a un hombre que sólo sea hombre, ni a un pez que sea sólo pez.
Ahora nada por el Río de la Plata, rumbo a la aldea de Mendoza. El Gigante le ha referido que unos bergantines descendieron de Asunción, y por los faisanes ha sabido que sus jefes se aprestan a despoblar a Buenos Aires. Precaria fue la vida de la ciudad. Y triste. Apenas han transcurrido cinco años desde que el Adelantado alzó allí las chozas. Y la destruirán.
En la vaguedad del crepúsculo, la Sirena distingue los tres navíos que cabecean en el Riachuelo. Más allá, en la meseta, arden los fuegos del villorrio destinado a morir.
Se aproxima cautelosamente. No ha quedado casi nadie en los bergantines. Eso le permite acercarse. Nunca ha rozado como hoy con el pecho grácil las proas; nunca ha mirado tan vecinas las velas cuadradas que tiemblan al paso de la brisa.
Son unos barcos viejos, mal calafateados. La noche de junio se derrumba sobre ellos. Y la Sirena bracea silenciosamente alrededor de los cascos. En el más grande, en lo alto de la roda, bajo el bauprés, advierte una armada figura, y de inmediato se esconde, temerosa de ser descubierta. Luego reaparece, mojado el cabello negro, goteantes las negras pestañas.
¿Es un hombre? ¿Es un hombre armado de un cuchillo? O no... o no es un hombre... El corazón le brinca. Vuelve a zambullirse. La noche lo cubre todo. Únicamente fulgen en el cielo las estrellas frías y en la aldea las fogaradas de quienes preparan el viaje. Han incendiado la nao que hacía de fortaleza, la capilla, las casas. Hay hombres y mujeres que lloran y se resisten a embarcar, y los vacunos lanzan unos mugidos sonoros, desesperados, que suenan como bocinas melancólicas en la desierta oscuridad.
Al amanecer prosigue la carga de los bergantines.
Partirán hoy. En lo que fue Buenos Aires, sólo queda una carta con instrucciones para quienes arriben al puerto, aconsejándoles cómo precaverse de los indios y prometiéndoles el Paraíso en Asunción, donde los cristianos cuentan con setecientas esclavas para servirles.
Las naos remontan el río, entre las islas del delta. La Sirena las sigue a la distancia, columpiándose en el vaivén de las estelas espumosas.
¿Es un hombre? ¿Es un hombre armado de un cuchillo?
Tuvo que aguardar a la luz indecisa de la tarde para verle. No había abandonado su puesto de vigía. Con un tridente en la derecha y una rodela embrazada, custodiaba el bauprés del cual tironeaban los foques al menor balanceo. No, no era un hombre. Era un ser como ella, de su casta ambigua, hombre hasta la mitad del cuerpo, pues el resto, de la cintura a los pies, se transformaba en una ménsula adherida al barco. Una barba rígida, triangular, le dividía el pecho. Le rodeaba la frente una pequeña corona. Y así, medio hombre y medio capitel, todo él moreno, soleado, estriado por las tormentas, parecía arrastrar el navío al impulso de su torso recio.
La Sirena ahogó un grito. Surgieron en la borda las cabezas de los soldados. Y ella se ocultó. Se sumergió tan hondo que sus manos se enredaron en plantas extrañas, incoloras, y el olear se llenó de burbujas.
La noche arma de nuevo sus tenebrosas tiendas, y la hija del Mar se arriesga a arrimarse a la popa y a deslizarse hasta el bauprés, eludiendo las manchas amarillas de los faroles encendidos. A su claridad el Mascarón es más hermoso. Se le sube la luz por las barbas de dios del Océano hacia los ojos que acechan el horizonte.
La Sirena le llama por lo bajo. Le llama y es tan suave su voz que los animales nocturnos que rugen y ríen en la cercana espesura callan a un tiempo.
Pero el Mascarón de afilado tridente no contesta y sólo se escucha el chapotear del agua contra los flancos del bergantín y la salmodia del paje que anuncia la hora junto al reloj de arena.
Entonces la Sirena comienza a cantar para seducir al impasible, y las bordas de los tres navíos se pueblan de cabezas maravilladas. Hasta irrumpe en el puente Domingo Martínez de Irala, el jefe violento. Y todos imaginan que un pájaro está cantando en la floresta y escudriñan la negrura de los árboles. Canta la Sirena y los hombres recuerdan sus caseríos españoles, los ríos familiares que murmuran en las huertas, los cigarrales, las torres de piedra erguidas hacia el vuelo de las golondrinas. Y recuerdan sus amores distantes, sus lejanas juventudes, las mujeres que acariciaron a la sombra de las anchas encinas, cuando sonaban los tamboriles y las flautas y el zumbido de las abejas amodorraba los campos. Huelen el perfume del heno y del vino que se mezcla al rumor de las ruecas veloces. Es como si una gran vaharada del aire de Castilla, de Andalucía, de Extremadura, meciera las velas y los pendones del Rey.
El Mascarón es el único en quien no hace mella esa voz peregrina.
Y los hombres se alejan uno a uno cuando cesa la canción. Se arrojan en sus cujas o sobre los rollos de cuerdas, a soñar. Dijérase que los tres bergantines han florecido de repente, que hay guirnaldas tendidas en los velámenes, de tantos sueños.
La Sirena se estira en el agua quieta. Lentamente, angustiosamente, se enlaza a la vieja proa. Su cola golpea contra las tablas carcomidas. Ayudándose con las uñas y las aletas empieza a ascender hacia el Mascarón que, allá arriba, señala el camino de los tesoros. Ya se ciñe a la ménsula rota. Ya rodea con los brazos la cintura de madera.
Ya aprieta su desesperación contra el tronco insensible.
Le besa los labios esculpidos, los ojos pintados.
Le abraza, le abraza y por sus mejillas ruedan las lágrimas que nunca lloró. Siente un dolor dulcísimo y terrible, porque el corto tridente se le ha clavado en el seno y su sangre pálida mana de la herida sobre el cuerpo esbelto del Mascarón.
Entonces se oye un grito lastimero y la estatua se desgaja del bauprés. Caen al río, estrechados en una sola forma, y se hunden, inseparables, entre la fuga plateada de los pejerreyes, de los sábalos, de los surubíes.

Manuel Mujica Láinez, Misteriosa Buenos Aires, capítulo 3


viernes, 8 de febrero de 2013

vivir es una ciencia superior



"(...) Unos pocos -muy pocos- comprendieron que tenían entre sus manos el tratado de artes marciales más iluminado y genial de toda la Tierra. Hermético, para que tan solo las excepciones humanas pudieran aprovecharlo. Estos escasos discípulos al fin se percataron de que si el tratado hablaba de cuatro piernas había que llegar a tener cuatros piernas. O tres por lo menos. Y que si sobreentendía tres brazos era preciso arribar al tercero, invisible.
Vivir es una ciencia superior. Es matemática trascendente de alta física. Los límites nunca están donde el hombre los supone o los ubica en forma arbitraria. Sólo la disciplina destruye el espejismo de la imposibilidad, la falsa barrera del dolor, el espectro de la cobardía."
Personaje Iseka plegó cuidadosamente el diario y lo metió dentro de un cesto que había en la bocacalle que en ese momento atravesaba. Dobló penetrando por la izquierda de la intersección. Encendió un cigarrillo y caminando siempre con lentitud por entre la gente, se puso a meditar en lo leído.


extracto del capítulo 120 de LOS SORIAS, de Alberto Laiseca

domingo, 3 de febrero de 2013

a un esbirro




a un esbirro

Rostros deben andar por su café, por sus calles de llanto, por el humo de su cigarrillo.
Han de buscarlo voces, perseguirlo por las frías carreteras.
¡Cuántas puertas rompió vestido de hombre!
¿Cómo halló tanta tiniebla para vencer la zumbante nube de ojos fijos?
Un paisaje insomne que hable para él.

Rafael Cadenas, Una isla (1958)

miércoles, 30 de enero de 2013

el de juez es el mejor oficio - (muerte accidental de un anarquista)


Bertozzo
Entonces, ¿alguna vez te has hecho pasar por juez?

Sospechoso
No, por desgracia no se me ha presentado la ocasión. Pero cómo me gustaría... el de juez es el mejor oficio. Primero, casi nunca se jubilan. Es más, cuando un hombre normal, cualquier trabajador, a los 55 o 60 años está para que lo retiren, porque empieza a estar torpe, lento de reflejos, para el juez, en cambio, empieza lo mejor de su carrera. Un obrero después de los 50 está acabado: provoca retrasos, incidentes, ¡hay que echarle! El minero a los 55 tiene silicosis... El empleado de banca lo mismo, se equivoca en las cuentas, olvida los nombres de los clientes... Fuera, a casita, estás viejo... ¡gaga! Pero los jueces no, para ellos es todo lo contrario, cuanto más viejos y ga... distraídos estén, más los eligen para cargos superiores, les confían puestos importantes... ¡absolutos! Tienen el poder de destruir o salvar a una persona a su antojo, y te dictan cadena perpetua como el que dice: “Mañana llueve”... 50 años para tí... a tí 30... a tí sólo 20... Y encima son sagrados, porque no olvidemos que existe el delito de injuria por hablar mal de la magistratura... ¡aquí y en Arabia Saudí! Ah, sí, el de juez es el oficio, el personaje por el que daría lo que fuera con tal de interpretarlo, por lo menos una vez en la vida. El juez de la Audiencia, del Supremo, del orden superior, “excelencia, pase... silencio, en pie que entra la Corte... oh, mire, se le ha caído un hueso... ¿es suyo? No, imposible, ¡no me quedan!”

viernes, 18 de enero de 2013

la piel humana es la piedra filosofal


Pero aunque para la mayoría de la humanidad la cosa no estuviese clara -ni siquiera para los tecnócratas-, sí lo estaba para él. Comprendía el intento diabólico general, por lo menos, aunque perpetuamente se lo hicieran olvidar. Hacía mucho tiempo que De Gaula había entendido eso que los negadores del cuerpo siempre trataron que los hombres ignorasen: la piel es el más sagrado de todos los kimonos; la piel humana es la piedra filosofal. Con ella -y sólo por su intermedio- la criatura terrenal se integra al Universo.

extracto del capítulo 85 de LOS SORIAS, de Alberto Laiseca

el óleo es de Leonid Afremov

miércoles, 2 de enero de 2013

no one knows


ay lo que me hacés
nadie sabe

No one knows - Queens of the Stone Age

We get some rules to follow
that and this
these and those
No one knows

We get these pills to swallow
how they stick
in your throat
tastes like gold

Oh what you do to me
no one knows

And I realize you are mine
indeed a fool am I