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domingo, 1 de octubre de 2023

EL DELIRIO — EL DIOS OSCURO

 


EL DELIRIO — EL DIOS OSCURO

Brota el delirio al parecer sin límites, no sólo del corazón humano, sino de la vida toda y se aparece todavía con mayor presencia en el despertar de la tierra en primavera, y paradigmáticamente en plantas como la yedra, hermana de la llama, sucesivas madres que Dionysos necesitó para su nacimiento siempre incompleto, inacabable. Y así nos muestra este dios un padecer en d nacimiento mismo, un nacer padeciendo. La madre, Semelé, no dio de sí para acabar de darlo a la luz nacido enteramente. Dios de incompleto nacimiento, del padecer y de la alegría, anuncia el delirio inacabable, la vida que muere para volver de nuevo. Es el dios que nace y d dios que vuelve. Embriaga y no sólo por el jugo de la vid, su símbolo sobre todos, sino ante todo por sí mismo. La comunicación es su don. Y antes de que ese su don se establezca hay que ser poseído por él, esencia que se transfunde en un mínimo de sustancia y aun sin ella, por la danza, por la mímica, de la que nace el teatro; por la representación que no es invención, ni pretende suplir a verdad alguna; por la representación de lo que es y que sólo así se da a conocer, no en conceptos, sino en presencia y figura; en máscara que es historia. Signo del ser que se da en historia. La pasión de la vida que irremediablemente se vierte y se sobrepasa en historia. Y que se embebe sólo en la muerte. El dios que se derrama, que se vierte siempre, aun cuando en los «Ditirambos» se de en palabras. Las palabras de estos sus himnos siguen teniendo grito, llanto y risa al ser expresión incontenible. Expresión que se derrama generosa y avasalladoramente.


María Zambrano, Claros del Bosque

imange: Abel Techer

lunes, 25 de septiembre de 2023

se trataba de saberse él, él mismo - María Zambrano

La Esfinge mitológica ante la que Edipo se vio en un instante, ante ella, ante su pregunta, que tan sabiamente contestó, mas sin caer en la cuenta de que su respuesta de nada le valía, de que su saber se refería tan solo a algo general - <<el hombre>> dijo, como se sabe- mas que se trataba de saberse él, él mismo, enlo escondido de su ser. Y así siguió de escondido hasta, que sin valimiento alguno se vio al descubierto. Y apenas había nacido,  apenas despertado. La verdad tan solo se da, sin temor y con temor a la vez, con temor siempre, al que se queda palpitando, inerme ante ella, <<toda ciencia trascendiendo>>. Y al reencontrarse así con ella, ya no teme, pues que no está ante ella; va con ella y la sigue; sigue a la verdad que es lo que ella pide.

María Zambrano 
en claros del bosque