martes, 25 de febrero de 2014

Nu Nu - Avishai Cohen Trio


Avishai Cohen

‘Nu Nu’ performed at the Blue Note, New York.
From the live DVD ‘As Is… Live at the Blue Note’ (Half Note / Razdaz Recordz 2007)

Avishai Cohen – Acoustic and Electric Bass
Sam Barsh – Keyboards
Mark Guiliana – Drums
Diego Urcola – Trumpet
Jimmy Greene – Saxophone

Composed & Arranged by Avishai Cohen

sábado, 22 de febrero de 2014

salir, salir al aire libre, al aire



Si algo me gusta, es vivir.
Ver mi cuerpo en la calle,
hablar contigo como un camarada,
mirar escaparates
y, sobre todo, sonreír de lejos
a los árboles...

También me gustan los camiones grises
y muchísimo más los elefantes.
Besar tus pechos,
echarme en tu regazo y despeinarte,
tragar agua de mar como cerveza
amarga, espumeante.

Todo lo que sea salir
de casa, estornudar de tarde en tarde,
escupir contra el cielo de los tundras
y las medallas de los similares,
salir
de esta espaciosa y triste cárcel,
aligerar los ríos y los soles,
salir, salir al aire libre, al aire.

jueves, 6 de febrero de 2014

CALEIDOSCOPIO (Fernando Pessoa)


CALEIDOSCOPIO
No hables... Se te nota demasiado... Me da pena estar viéndote... ¿Cuándo serás tú apenas una nostalgia mía? ¡Hasta allí cuántas no serás! Y el que yo tenga que afirmar que te puedo ver es un puente viejo por donde nadie pasa... La vida es esto. Los demás abandonaron los remos... Ya no hay disciplina en las cohortes... Partieron los caballeros con la mañana y con ellos se fue el sonido de las lanzas... Tus castillos se quedaron esperando estar desiertos... Ningún viento abandonó los árboles alineados en la cumbre... Pórticos inútiles, vajillas guardadas, prenuncios de profecías - eso pertenece a los crepúsculos menoscabados en los templos y no a este instante en el que nos encontramos, porque no hay razones para tilos que den sombra, a no ser tus dedos y su gesto tardío...
Razón de sobra para territorios remotos... Tratados hechos por vitrales de reyes... Lirios de cuadros religiosos... ¿A quién espera el séquito?... ¿Dónde alzó vuelo el águila perdida?


entre los fragmentos 403 y 404 de la Autobiografía sin hechos

obra pictórica: Santiago Caruso

miércoles, 5 de febrero de 2014

Propiedad : Privados


Propiedad Privados, Capítulo 1 - LOS DE AFUERA (subtitulado) from Diana Orduna on Vimeo.

La Serie Documental se encuentra completa para el territorio nacional en:
cda.gob.ar/serie/800/propiedad-privados
Síntesis:
De los muchos conflictos latentes en la sociedad argentina y latinoamericana, hay uno de
feroz actualidad: la problemática de la vivienda.
Buenos Aires es el escenario donde esta situación puede verse en casi todas sus variantes. Familias sin techo, ciudadanos sin servicios básicos y una clase media cada vez más lejos de la casa propia.
"Propiedad: Privados", se detiene en las causas y las consecuencias del problema, alejándose del discurso estadístico frío, contando la historia a través de sus protagonistas.

martes, 4 de febrero de 2014

Canto de la Avenida Yrigoyen - Magalí Etchebarne

y una noche, haciendo el amor en ese altillo, amarillos por el brillo violento de la eme del McDonald's alumbrándonos tan cerca, a metros de la ventana, ese altillo sobre esa casa construida al ritmo del progreso acelerado del dueño de unas tiendas de electrodomésticos, sala de ensayo con olor a gato y marihuana, a sudor viejo, y esa eme ahí, como un sol americano, untando su cuerpo y mi cuerpo con esa luz prometedora que es la luz de las cosas construidas, ideadas por otros para felicidad del resto, un futuro todo posible puesto en otro lado, no ahí, entre nosotros, dos chicos que se durmieron pensando que cuando la eme se apagara iba a haber salido el sol, el sol más alto, el de las otras posibilidades, dos chicos que se enamoraron como refugiados del mosh, en esa casa sobre esta avenida que es un cementerio de outlets y concesionarias, un Siga la vaca, un Nike, tres Firestones, las ruinas de un Locos por el fútbol, esta avenida donde dejamos morir la adolescencia, esta avenida donde nunca nos drogamos tanto, ni soñamos tanto, ni planeamos formas para salir de acá con el impulso suficiente como para que ya nada nos traiga de vuelta, una adolescencia vacía, sudando un tema, envalentonados en la locura tonta de un pogo para nada, acostados en la puerta de una casa con alarma y enrejada, meando escalones, esperando que toquen las bandas,  esperando nada. Ay, Hipólito Yrigoyen, sos una ruta profunda, una arteria vital y envenenada,  me acuerdo cuando te arrancaron los adoquines, te cruzábamos con mamá como al Lago de la Brea sobre la costa de la Isla Trinidad, una isla a la que nunca iremos, eras un río en construcción, un camino de obreros, y llegamos a la casa de la abuela, una mujer que te había visto de tierra, nos sentamos en la vereda y te vimos cambiar la cara, las tres juntas, ya ancianas, tres generaciones asustadas, y una bisabuela errante, una mujer que también vivió sobre vos y un día lo dejó todo, abandonó a su familia  por un hombre que la visitaba a caballo cuando su marido no estaba, se tomó un barco y se fue, hizo tan bien. Ay, Hipólito Yrigoyen, sos como la tristeza, una certeza agria que sabemos que nos va a sobrevivir, como ese gesto tierno y vencido de mi padre lustrándome las botas, inclinado ya con joroba, igual que lo hacía su padre, sos como esos días ácidos en los que vemos llegar las luces del centro y envejecer a nuestros padres, sos como la tristeza, una vida de trabajo, la combinación tiempo sueldo como única fórmula para palear el vacio, la desesperación, el peso en el cuerpo de cosas que no se pudo,  la soledad siempre, debajo, al fondo, atrás, la soledad como la casa de la abuela que ahora es un gimnasio. Pero antes tantos hombres te entregaron la salud de su carrocería, señores como papá, por ejemplo, que por un viaje mínimo de tres pesos gastó como a una suela las llantas, un par de años después de la privatización tantos remiseros salieron queriendo domarte, y lo dejaron todo ahí, dormidos sobre el manubrio como entre los barrotes de una cuna, sobre tapizados llenos de migas, tajeados, descompuestos de ciegos, al ritmo loco de las picadas los domingos a la noche. Venciste a mi padre, pero hoy te vigila desde la orilla, una funeraria a la altura del 6500 en la que duerme sus noches alerta, haciendo guardia, esperando que alguien llegue a velar a otro, haciendo una lista mental de cuántos trabajos tuvo a lo largo de su vida, y cuánto valió la pena, todas esas noches en las que estoy en cualquier lado, haciendo algo, perdiendo algo, esperando a un dealer, un peruano robusto que se parece a vos, se parece a un hermano bobo y destructor, que se parece a una ola que creemos ver venir pero enseguida está encima. Pero mi padre está acá, esperando y te mira, te escucha, rumorea, ¿se persigna?, se deja ir en ese rumor fuerte, entrecortado, pero tan potente siempre, pasan truenos, se dice, se abraza, en la esquina el museo Magnum, ese videoclub que supo ser un imperio, el otro día nos asomamos y regalaba las películas, apoyamos la cara en el vidrio y lo vimos todo como a una foto rota. Ay, Hipólito Yrigoyen, te vi matar a tantos amigos, esa noche de mayo del 93 te vi matar a Viti, el novio de mi hermana que me encantaba, me encantaba, me encantaba, rubio y de pelo largo, con tanta onda, un chico de 19 que hizo su último güili después de una pelea con ella, salió a toda velocidad con su honda blanca y rabiosa, aceleró muy fuerte justo en la esquina de la casa de Duhalde y lo dejó todo ahí, en esa pirueta para nadie, como un hombre solo en el campo ensayando un silbido nuevo…

Magalí Etchebarne

imagen: Le petit tabouret des profondeurs, Lionel Sabatté