Dar a la propia pobreza una motivación
Es verdad que no podemos mediante malabarismo alguno hacer de una virtud pobre una virtud rica y que fluya con abundancia, pero sí que podemos reinterpretar lindamente su pobreza en necesidad, de modo que verla ya no nos haga daño, y por su causa no pongamos cara de reproche al fatum. Así hace el sabio jardinero cuando pone el pobre hilillo de agua de su jardín en el brazo de una náyade, y por tanto da a la pobreza una motivación: ¡y quién, al igual que él, no necesitaría náyades!
Nietzsche, La Gaya Ciencia
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