Los
hombres sueñan con mujeres.
Las
mujeres se sueñan a sí mismas siendo soñadas.
Los
hombres miran a las mujeres.
Las
mujeres se miran a sí mismas siendo miradas.
Las
mujeres encuentran constantemente miradas que actúan como espejos
que les recuerdan cómo se ven,o cómo deberían verse. Detrás de
cada mirada hay un juicio. A veces la mirada que encuentran es la
propia reflejada por un espejo real.
Una
mujer está siempre acompañada, excepto cuando está muy sola, y tal
vez incluso entonces, por su propia imagen de sí misma. Mientras
camina a través de una habitación, o llorando por la muerte de su
padre, no puede evitar verse a sí misma caminando o llorando. Desde
su más temprana infancia se le enseña y se la induce a vigilarse a
sí misma continuamente. Debe vigilar todo lo que ella es y todo lo
que hace, porque cómo aparece ante los otros, y especialmente ante
los hombres, es de crucial importancia para lo que normalmente se
entiende como el éxito en su vida.
Una
mujer, en la cultura de los europeos privilegiados, es ante todo y
fundamentalmente, una vista para ser mirada. Qué clase de vista se
revela en los óleos corrientes de la pintura europea. Había
retratos de mujeres como los había de hombres, pero en una categoría
de pintura, las mujeres fueron el tema principal y siempre
recurrente. Esa categoría fue el desnudo.
En
los desnudos de la pintura europea podemos descubrir algunos de los
criterios y convenciones por los que se juzgaba a las mujeres.
Podemos ver cómo eran vistas las mujeres.
En
su libro sobre el desnudo, Keneth Clark afirma que estar desvestido
es simplemente estar sin ropa. El desnudo, según él, es una forma
de arte. Estar sin ropa es ser uno mismo.
Yo
tengo una opinión distinta: estar desnudo es ser visto sin ropa por
otros, y sin embargo no reconocido como uno mismo. Un desnudo debe
ser visto como un objeto para ser un desnudo.
John Berger
John Berger
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