Levanta del barro una estrella
y en ella flotando livianas
la espuma, la tierra y la llama,
la pluma, la cerda y la escama;
el sueño que tarda y el alba que llega,
el agua, la sed y la arena.
Navega, alma mía, navega,
respira el dolor por las velas.
Navega, navega.
Navega, navega.
Todo lo que arde va en el viento al olvido
y así mide mi vida el reloj del río
por dónde iré flotando
con el último latido;
flores que pasan
y el brillo que queda
navega.
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