Pero hay algo, más general si se quiere, que los actores pueden empezar a replantearse y que tiene que ver con el estilo de actuación. Vale para todos. Siempre que un personaje habla, dice, lo hace contestando a una situación amenazante y elaborada, cuya gravedad ha percibido y a la que se refiere. Podría decirse que esa gravedad ya ha sido concientizada por el personaje, y lo que dice es la conclusión más terminante que le ofrece su lenguaje. La respuesta que busca de aquel al que se dirige es la que podría modificar la situación, está llevando las cosas a sus últimas instancias. Es decir que es fundamental que el actor defina lo que enfrenta, porque esa es su caja de resonancia. Si esa caja de resonancia es débil u opaca, sucede que las palabras se refieren a la tragedia, pero la actuación al naturalismo y al naturalismo “interior”.
Esto
quizás se pueda aclarar más: todos los personajes reaccionan ante algo
que es casi superior a sus resistencias psicológicas, ante algo que los
obliga a decir más de lo que dirían, a pensar lo que nunca habrían
querido pensar. Si hay una vuelta a lo “interior”, es para sorprenderse
por la devastación que se ha producido dentro de ellos, por el sí mismo
arrasado que encuentran, que casi no reconocen.
Alberto Ure, Ponete el antifaz
libro completo para descargar:
http://franureclases.wixsite.com/albertoure/libros
Imagen: Barbara Cole
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