I. Del cuerpo del hombre al hombre-cuerpo
No
existe cuerpo del hombre. Tal expresión señala un sujeto supuesto que
posee un cuerpo, una entidad superior que es dueña de otra inferior. Una
vieja historia del espíritu y la materia; una actitud que parece
categorizar lo espiritual e inferiorizar lo material.
No
es mi intención negar el espíritu; más bien señalarlo como una
condición de la materia, basándonos en la comprobación cierta de que
todo lo que en la cultura ha sido creado por el espíritu del hombre, lo
ha sido por espíritus encarnados en cuerpos, sin los cuales tales
espíritus no hubiesen tenido la menor oportunidad de crear nada. Más
bien sostengo la innegable realidad del espíritu. Pero el espíritu es un
estado de la materia que avanza misteriosamente en la evolución, hacia
grados más y más complejos de autoconsciencia, de imaginación y de
percepción del yo y del universo, así como de la relación estrecha entre
ambos. Comprobadamente, no hay espíritu sin materia; no probadamente
pero posiblemente, sospecho que no hay materia sin espíritu.
La
complejidad abismal de la materia, puesta día a día en mayor evidencia
por la ciencia contemporánea hasta generar el principio (absolutamente
científico) de incertidumbre (algo así como la comprobación científica
del misterio), ha borrado los límites de esa ambigua frontera entre
espíritu y materia.
Por
eso prefiero hablar no ya del cuerpo del hombre, sino del
hombre-cuerpo; sencillamente el hombre, como lo llamaré en adelante,
encareciendo se entienda como un cuerpo: fenómeno mistérico
individualizado y material, con todo lo espiritual que tal afirmación
implica; un ser unificado.
Todo
lo que existe y no es estrictamente naturaleza, ha sido creado por el
hombre, por ese cuerpo nacido y sujeto de la muerte que se interroga
sobre su sentido de ser en el mundo. En cuanto a un responsable creador
de la misma naturaleza, del universo todo, sólo la fe da acceso a ese
misterio. Y el misterio, ya lo ha dicho Jean Guitton,
se ahonda con la indagación; un misterio no es un problema que la
indagación clarifica y resuelve. Por eso el origen del universo es
misterio en el que dificulto podamos alguna vez penetrar, precisamente
por eso que llamo abismal complejidad de la materia.
Permanezcamos
pues, en el universo cultural que el hombre ha creado al compás de las
interrogaciones acerca del sentido de la vida: porque en ese inabarcable
universo creativo, está el teatro.
20 temas de reflexión sobre el teatro
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