domingo, 13 de septiembre de 2015

todo lo que acontece, es



En la actuación debo mandarme en estado de pureza para entrar, como dice Hopkins, “absolutamente en blanco”. Pero, al segundo, no debo estar más en blanco y ver qué pasa. La actuación me mandará a algo para recuperar la potencia ingenua de los datos.
Cuando empiezo a actuar (el proceso de mis pensamientos, percepciones y emociones personales, pasa a un segundo plano), me cambia de tal modo el ritmo cardíaco que, si esta alteración la tuviese fuera de la escena, llamaría a un médico. Cambia la percepción, se ven otros colores, se percibe otra sensación del tiempo (lo que duró treinta minutos me parecen tres y también a la inversa), se tiene una percepción del otro distinta de la que se tendría en la vida social. En una improvisación es frecuente descubrir aspectos secretos de la otra persona: percibimos del otro ciertos sucesos que le acontecieron en su vida social (que fuera de la escena no se descubrirían ni remotamente).
Vista desde el actor, la actuación no es un “como si”, es acción pura. Por supuesto que no hay un arma real, pero el actor no se dice: “Hago como que disparo” sino que “dispara”. De modo que el actor no se dice: “Esto es como si”, entra en otro sistema: “Todo lo que acontece, es”.

Alberto Ure, Ponete el antifaz
libro completo para descargar:
http://docs.wixstatic.com/ugd/22f6bf_a9f411ca46994e3c9756d9634924d590.pdf

imagen: Sebastian Bieniek

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