Si no nos comprometemos con el momento, estamos deseando otra cosa,
fuera de lo que está sucediendo. Ahí elegimos la comodidad de los
lugares mentales conocidos, los que no nos
transforman, sino que se estancan, se congelan en el tiempo o en
el cuerpo, quedan ahí, inertes, sin vida, repitiendo día a día la
comodidad, el no estar.
Cuando me comprometo con el
momento, mi corazón queda expuesto, se ve la vulnerabilidad de lo que
simplemente soy, y nada más.
Para ello atravieso miedos profundos,
realmente profundos, no hay forma de llegar al "compromiso con el
momento" si primero no abrazo, contengo o venzo mis miedos, porque ellos
van a ser los causantes de mi ausencia, de ir directamente al deseo evasivo, a
la fuga, esas repeticiones.
El momento es.
Comparto esta experiencia, de cómo se me desmembranan los tejidos y pueden entonces dejar
pasar fluidamente mis emociones.
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