Así como nos lavamos el cuerpo deberíamos lavarnos el destino, cambiar de vida como cambiamos de ropa - no para salvar la vida, como comemos y dormimos, sino por ese respeto ajeno hacia nosotros mismos al que, con toda propiedad, llamamos aseo.
Hay muchos en quienes la falta de aseo no es una disposición voluntaria, sino un alzarse de hombros de la inteligencia. Y hay muchos en quienes lo opaco y uniforme de la vida no es la forma de lo que se propusieron, o una resignada adecuación al hecho de no haberla querido como es, sino un borramiento de la inteligencia de sí mismos, una ironía automática del conocimiento.
Hay puercos a los que les repugna su propia porquería, pero no se apartan de ella, en virtud de ese mismo hechizo del sentimiento que hace que el aterrorizado no se aleje del peligro.
Fernando Pessoa, Libro del desasosiego
Fragmento 42 de la Autobiografía sin hechos
foto: Czlowiek Kamera
No hay comentarios:
Publicar un comentario