Los buenos
maestros de los tiempos remotos formaban
uno con las
misteriosas fuerzas invisibles.
Eran tan
profundos que no podemos conocerlos.
No
conociéndolos,
apenas
sabemos describir su apariencia.
Eran
tardos, como los que atraviesan un río en invierno,
prudentes,
como los que temen estar rodeados de
vecinos,
discretos,
como los invitados,
pasajeros,
como el hielo que se funde,
sencillos,
como la tela sin cortar,
amplios,
como el valle,
y opacos,
como el agua turbia.
¿Quién sabe
cómo ellos, a través del reposo,
aclarar
poco a poco lo turbio?
¿Quién
sabe, como ellos,
a través de
la constancia,
establecer
gradualmente la calma?
Quien se
atiene al Sentido
no anhela
la abundancia.
Por no
estar colmado
puede ser
humilde,
eludir lo
nuevo
y alcanzar la
plenitud.
Tao Te
King, capítulo 15
Versión de
Richard Wilhelm