domingo, 27 de enero de 2019

sólo hay movimiento de lo infinito - Deleuze Guattari

 
El movimiento mantiene una relación especial con lo imperceptible, es por naturaleza imperceptible. Pues la percepción sólo puede captar el movimiento como la traslación de un móvil o el desarrollo de una forma. Los movimientos, y los devenires, es decir, las puras relaciones de velocidad y de lentitud, los puros afectos, están por debajo o por encima del umbral de percepción. Los umbrales de percepción son sin duda relativos, así pues, siempre habrá uno capaz de captar lo que escapa a otro: el ojo del águila... Pero el umbral adecuado, a su vez, sólo podrá proceder en función de una forma perceptible y de un sujeto percibido, apercibido. Por eso el movimiento como tal continúa produciéndose en otra parte: si se constituye la percepción en serie, el movimiento se efectúa siempre más allá del umbral máximo y más acá del umbral mínimo, en intervalos en expansión o en contracción (microintervalos). Ocurre como con los enormes luchadores japoneses, cuyo avance es demasiado lento y la llave demasiado rápida y repentina como para ser vistos: en ese caso, lo que se acopla no son tanto los luchadores corno la infinita lentitud de una espera (¿qué va a pasar?) con la velocidad infinita de un resultado (¿qué ha pasado?). Habría que llegar al umbral fotográfico o cinematográfico, pero, con relación a la foto, el movimiento y el afecto siguen refugiándose por encima o por debajo. Cuando Kierkegaard lanza la maravillosa divisa, "Sólo miro los movimientos", puede comportarse como un asombroso precursor del cine, y multiplicar las versiones de un escenario de amor, Agnès y el Tritón, según velocidades y lentitudes variables. Razón de más para precisar que sólo hay movimiento de lo infinito; que el movimiento de lo infinito sólo puede hacerse por afecto, pasión, amor, en un devenir que es muchacha, pero sin referirse a cualquier tipo de "mediación"; y que ese movimiento como tal escapa a la percepción mediadora, puesto que ya se efectúa en todo momento, y que el bailarín, o el amante, ya está "de pie en camino" en el mismo instante en que cae de nuevo, e incluso en el instante en que salta. Al igual que la joven como ser fugitivo, el movimiento no puede ser percibido.

"Devenir-intenso, devenir-animal, devenir-imperceptible" en 
Mil Mesetas - Capitalismo y Esquizofrenia